Envejecer es un proceso natural, inherente al ser humano que no se puede evitar. Pero si pueden atenuarse sus síntomas, e incluso retrasarse, y hasta se puede rejuvenecer. Sin embargo, no todos envejecemos al mismo ritmo, y las causas de este ritmo diferente son tanto genéticas como ambientales. Por ello, actualmente diferenciamos entre la edad cronológica (es la edad que marca nuestro documento de identidad) y la edad biológica o funcional, que es la que nos informa de la edad real de las células y los órganos de nuestro cuerpo y resulta decisiva en cuestión de longevidad. Esta edad biológica depende de los genes en un 30% aproximadamente y de nuestro estilo de vida (nutrición, hábitos tóxicos, descanso, equilibrio hormonal, ejercicio…) en el 70% restante.
¿Qué parámetros se analizan para medir nuestra edad biológica?
Para determinar nuestra edad biológica se emplean múltiples parámetros como biomarcadores del envejecimiento. Con los resultados obtenidos se construye un “mapa” o perfil personalizado del envejecimiento biológico, que nos puede indicar a qué velocidad envejecemos y la capacidad que tiene nuestro organismo para repararse a si mismo.
Las pruebas que se realizan son la evaluación de la función cardiovascular, respiratoria, gastrointestinal, renal, hepática y se comprueba el estado físico atlético. Para ello se toman muestras de sangre, saliva y orina que evalúan más de 300 parámetros (niveles de DHEA, Melatonina, Serotonina, Vitamina C, Omega 3, Glucosa, Colesterol, biolípidos, etc) relacionados con el estrés oxidativo y se valora el daño sobre el DNA.
¿Cuáles son las terapias más innovadoras en antienvejecimiento?
Plasma rico en plaquetas o prp
El plasma rico en plaquetas corresponde a una fracción de plasma centrifugado con concentraciones 5 veces superiores a las normales. Las plaquetas de la sangre del paciente se utilizan como fuente de FACTORES DE CRECIEMIENTO, que son un conjunto de proteínas que desempeñan una función esencial en los procesos de reparación y regeneración de los tejidos, ya que desencadenan la proliferación y diferenciación celular, la generación de vasos sanguíneos y la migración de las células a los lugares donde es necesario que se produzca la regeneración.
Células madre
Las células madre son células no especializadas que tienen la asombrosa capacidad de convertirse en muchos tipos de células diferentes del cuerpo. Al servir como una especie de sistema de reparación para el cuerpo, pueden dividirse potencialmente sin límite para reponer otras células que se hayan dañado. Cada célula nueva puede convertirse en otro tipo de célula con una función más especializada, como una célula muscular, un glóbulo rojo o una célula cardíaca.
Las células madre pueden hallarse en muchos tejidos del cuerpo, como la médula ósea, la grasa, la sangre y otros órganos como el corazón. Pueden encontrarse células madre más inmaduras en el embrión, así como en la sangre del cordón umbilical de un bebé recién nacido.
Telómeros y edad biológica
Los telómeros son los extremos de los cromosomas. Una analogía común es imaginar que son como las fundas de plástico del extremo de los cordones de los zapatos, que impiden que estos se deshilachen. En la medición de la longitud de los telómeros es donde realmente se puede medir la edad biológica de una persona, cuanto más cortos son, más envejecidos estamos. Cuando el telómero es demasiado corto no puede proteger el material genético y la célula muere. Este es el proceso de envejecimiento habitual.
Sin embargo, en el organismo se encuentra la telomerasa, una encima que permite la regeneración de los telómeros y, por tanto, mantiene la capacidad replicativa de las células. Los últimos estudios apuntan a la posibilidad de que la activación de la TELOMERASA en el organismo puede producir un alargamiento de los telómeros y, en consecuencia, llegar a aminorar o revertir el proceso de envejecimiento.
Los nutricosmeticos
Los principales nutrientes con efectos “antiaging” sobre la piel son: las vitaminas (A,C,E,) los carotenoides (Licopeno, luteina), minerales (selenio, cinc), los compuestos fenólicos ( de la soja, brócoli, lino), el resveratrol, los pre y probióticos , el Coenzima Q10 y los ácidos grasos poli-insaturados (omega 3).